Lo que pasa cuando la vida se entromete

¿Qué pasa cuando la vida se entromete en tu creatividad, tu felicidad, tu arte…? Pues no pasa nada. Lo que pasa es abandono, olvido. No pasa nada. El vacío.

Pero, ¿por qué?

¿Por qué caemos todos en los mismos fallos, generación tras generación? ¿Por qué nunca aprendemos de nuestros propios errores? ¿Ni the los errores de los demás, por ejemplo?

Qué va, por supuesto que no… Todos siempre nos creemos más listos y siempre ignoramos la perspectiva más amplia.

Me dejé llevar y acepté que las cosas tomaran su curso, aceptando todo como me iba viniendo. Acepté no estudiar Bellas Artes cuando mi padre me lo quitó de la cabeza cuando yo tenía 17 años. Acepté unirme a la carrera de locos, a la inescapable rueda del hamster una vez que te montas en un trabajo, un matrimonio, una hipoteca. Te encuentras atrapada. Y de verdad lo estás.

Y de pronto te das cuenta que toda tu vida ha llegado casi al final y te encuentras mirando atrás y deseando haber tomado mejores decisiones. Solo que… entonces no sabias tanto!

Sin embargo, la vida tiene una tendencia a sacudirte en la cara cuando menos lo esperas. Y con esa bofetada te ofrece una segunda oportunidad.

Cuando el año pasado me vi forzada a bajarme de la rueda del hamster debido a una seria enfermedad, no tuve otra elección más que volver a la hoja en blanco. Y fue exactamente eso.

Desde luego que pasé por unos serios ajustes para poder adaptarme a mi nuevo papel, pero… válgame, una vez que estaba de lleno en ese papel…fue una nueva aventura!

Recobré mi magia, mi paz interior, mi entusiasmo. Recobré mi ARTE.

Mi hoja en blanco dejó de serlo, ahogué mi enfermedad y sus miedos y sus penas en esa hoja, que cobró vida y mi atrevida creatividad se convirtió en la nueva YO.

Ahora de pronto me sorprendo al arrepentirme de estar bien y sana otra vez, me arrepiento de haber perdido ese sentido de paz y silencio ininterrumpido y esa concentración que necesito para producir una obra nueva.

Pero ahora sé más. Le he visto las orejas al lobo y ya no hay rueda de hamster posible que pueda alejarme de mis lienzos.